El gran misterio de la Encarnación que, año tras año, nos congrega alrededor del pesebre de Belén, llega una vez más a nuestra historia.
Celebrar Navidad es unirnos a la esperanza gozosa del Dios-con-nosotros que se compromete con la humanidad.
Vivir el acontecimiento del Hijo de Dios, hijo de María, es comprender que la compasión, la misericordia y la solidaridad de Dios se hacen presentes para nosotros y por medio de nosotros.
Participar con la Iglesia de esta solemnidad es poder experimentar que hoy Dios quiere hacerse visible y actuante a través de cada uno de nosotros y de cada una de nuestras comunidades.
Roguemos al Señor para que todos los creyentes podamos ser, de verdad, los testigos auténticos de Su presencia en el mundo. Que, frente a la violencia, a la injusticia, a la corrupción, a la inequidad pueda brillar la luz de Jesús, el Cristo, con raudales de alegría y paz, de justicia e igualdad, de compromiso solidario y visible que pueda hacer de nuestra Casa Común un ambiente en el que todos aprendamos lo que significa la fraternidad nacida de la Encarnación.
Dios se ha comprometido con nosotros y nos llama a comprometernos. Que la vivencia de la Navidad se traduzca en coherencia y testimonio.
Para TODOS, una Feliz y Santa Navidad.
Ricardo Londono Dominguez
Conselheiro Espiritual