Carta de Octubre 2022

Pd. Ricardo Londoño Dominguez

La razón de ser eclesiológica de los Equipos de Nuestra Señora

Cuando el querido y venerado Juan XXIII convocó el Concilio Vaticano II, su intención fue la de invitar a la Iglesia a vivir un proceso de renovación, de puesta al día, de fidelidad a su misión. La invitación se tradujo con el término “aggiornamento” con el que el Papa buscaba que el proyecto de Jesús con la comunidad nacida del don del Espíritu Santo en el Pentecostés cristiano inicial, pudiera verse en medio del mundo contemporáneo.

Apenas habían transcurrido tres meses de pontificado, era enero de 1959, cuando hizo pública su intención: “Pronuncio ante ustedes, cierto, temblando un poco de conmoción, pero al mismo tiempo con humilde resolución de propósito, el nombre y la propuesta de la doble celebración de un sínodo diocesano para la Urbe y de un concilio ecuménico para la iglesia universal”. ¿Cuál era la intención del “Papa bueno”?

Se trataba del gran “Aggiornamento”, entendido como la actualización y la renovación de la vida y la misión de la Iglesia para comprender los nuevos contextos del mudo en los cuales vive y sirve la iglesia.  Juan XXIII expresó: «Quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el interior». Se trataba de establecer un diálogo con el mundo contemporáneo asumiendo su complejidad sin miedo o rechazo. Y, al mismo tiempo, involucrar a los fieles en la visión futura de la iglesia.

Los Padres Conciliares, en los documentos oficiales que emanaron de la magna Asamblea, quisieron comenzar la Constitución Dogmática sobre la Iglesia: Cristo es la luz de los pueblos. Por ello este sacrosanto Sínodo, reunido en el Espíritu Santo, desea ardientemente iluminar a todos los hombres, anunciando el Evangelio a toda criatura (cf. Mc 16,15) con la claridad de Cristo, que resplandece sobre la faz de la Iglesia. Y porque la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano, ella se propone presentar a sus fieles y a todo el mundo con mayor precisión su naturaleza y su misión universal, abundando en la doctrina de los concilios precedentes. Las condiciones de nuestra época hacen más urgente este deber de la Iglesia, a saber, el que todos los hombres, que hoy están más íntimamente unidos por múltiples vínculos sociales técnicos y culturales, consigan también la plena unidad en Cristo.” (LG 1)

Que la Iglesia sea signo e instrumento de la unidad, nos permite ahondar ese profundo sentido de la identidad de nuestra comunidad cristiana y de cada una de las comunidades que de ella forman parte.

Sesenta años después, Francisco, sucesor de Juan XXIII, se ha empeñado en hacer visible y actuante el Concilio Vaticano Segundo. Quiere que los bautizados tomemos más y más conciencia de lo que somos y estamos llamados a ser. Quiere que la Iglesia entera, en permanente proceso de discernimiento, asuma su misión de ser signo e instrumento. Abandonar la autorreferencialidad para salir a dar testimonio del amor de Dios.

Nosotros, Equipos de Nuestra Señora, miembros de la Iglesia, debemos, de manera especial, reconocernos en las invitaciones y llamados a ser cada día con más convicción y realidad signos e instrumentos de la unidad en medio de un mundo fracturado y dividido.

La unidad de los cónyuges cristianos, nacida por los sacramentos del bautismo y el matrimonio, ha de ser el inicio de ese camino de unificación. Cada Equipo, en su estado de pequeña comunidad (eclesiola), ha de vivir el misterio de la unidad en Cristo que se convierta en signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de los seres humanos. Y, el Movimiento en su conjunto, ha de reflejar esta misma realidad.

De aquí que nuestro fundamento eclesiológico y nuestra realidad han de enmarcarse en lo que está llamada a ser, a significar y reflejar la Iglesia entera. Que el Espíritu Santo, fuente de unidad y santidad, camine con nosotros en este propósito.

Ricardo Londoño Domínguez,
consiliario espiritual

 


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