Queridos todos:
Somos Mercedes Gómez-Ferrer y Alberto Pérez, nuevo matrimonio responsable internacional. Nos casamos hace 33 años y tenemos 3 hijos varones, los dos mayores ya casados y el pequeño, que aún vive en casa con nosotros. Tenemos un nieto y esperamos dos gemelos que nacerán hacia Navidad. Vivimos en la ciudad de Valencia en España, donde trabajamos. Alberto es profesor de música en un instituto público y Mercedes es profesora de Historia del Arte en la Universidad. Compartimos muchas cosas que nos gusta hacer juntos, los viajes culturales, la música, el deporte, las excursiones en la naturaleza… A nuestros hijos les agradecemos la comprensión y el apoyo que nos han dado siempre en todo lo que emprendemos, y la enorme emoción que tuvimos cuando nos pudieron acompañar en Turín. Igual que a los padres de Mercedes, que fueron los que nos enseñaron que era vivir en un Equipo de Nuestra Señora y han sido ejemplo constante de entrega y fidelidad al movimiento. Nuestro equipo de base es el Valencia 101 con el que iniciamos nuestra vida de equipo hace 33 años, pues comenzamos el pilotaje el mismo año en el que nos casamos. Un equipo que nos ha sostenido y apoyado a lo largo de todos estos años. Al mismo tiempo hemos tenido la enorme fortuna de colaborar en muchas actividades en los equipos como formadores, como pilotos y como responsables en los distintos niveles, de equipo, de sector, de nuestra región Levante y Murcia y en la SR España. En esta última etapa habíamos sido los responsables de comunicación en el ERI.
Nuestro servicio como nuevo matrimonio responsable del ERI se desarrollará en los siguientes años, desde Turín 2024 hasta el próximo encuentro internacional en el año 2030. Estamos acompañados por un equipo extraordinario que está dispuesto a trabajar y lo que es más importante, a amar el movimiento, cada uno en la misión que les ha sido confiada. Desde el primer día que dieron su Sí les estamos enormemente agradecidos. Ellos se irán presentando en las próximas cartas e irán compartiendo con todos la misión que tienen confiada. Podríamos deciros muchas cosas de esta misión, para la que hemos elegido la orientación: “Llamados a vivir en comunión”. Os invitamos a releer la Carta de Turín en la que desarrollábamos un poco más esta orientación para los próximos seis años.
Realmente si queremos resumir en pocas palabras lo que sentimos os podemos decir que queremos a los Equipos, y creemos que son una gracia de Dios. Esta llamada al servicio es para nosotros una llamada para vivir en verdad y en profundidad el carisma que el Padre Caffarel un día intuyó y que permanece aún más vivo si cabe. La iglesia y el mundo necesitan de las parejas unidas por el sacramento del matrimonio para testimoniar que el amor nos sostiene, da sentido a nuestra vida si Cristo camina con nosotros. Y ese amor que da fuerza a nuestro matrimonio nos ayuda a encontrarnos con los demás para darnos allí donde se nos necesite, cada uno respondiendo a su vocación.
En todas nuestras presentaciones como responsables hemos querido hacer nuestras las palabras del Padre Caffarel escritas en la carta de abril-mayo de 1957 a los responsables de equipo:
«Tenéis a vuestro cargo a los miembros de vuestro equipo. Os sentís, y queréis ser responsables de su desarrollo humano y cristiano, sólo os queda trabajar. Darles. Daros.
Aunque fueráis los menos capacitados, tenéis infinitas cosas que ofrecer, porque lo que necesitan en primer lugar, no es vuestros bienes, sino a vosotros mismos. Y esto es lo más difícil de hacer. Darse, estar siempre disponible para los demás es difícil y es cansado. Disponibles, sin duda, para prestar un servicio material pero, sobre todo, un servicio muy superior, que consiste en ofrecer un corazón atento, comprensivo, motivador, que transmita confianza, que sepa decir la verdad, que se atreva a exigir. » Carta mensual abril-mayo 1957, P. Caffarel
Esta llamada nos motiva y nos hace salir de nosotros mismos, a pesar de nuestras dificultades. Nos ayuda a centrarnos en varias dimensiones importantes para nuestra misión, disponibilidad, atención, comprensión, motivación, confianza, verdad, exigencia. Es una llamada que nos hace reconocer nuestra debilidad y nuestra necesidad infinita de los demás y de Dios. Es una propuesta que nos anima a rezar juntos y nos ofrece una oportunidad para la conversión de nuestro corazón. Respondiendo con un amor aún mayor, a todo el amor recibido.
Haciendo nuestras las palabras del canto, “que tu Espíritu abrase todo nuestro ser, haznos dóciles a tu voz, transforma nuestra vida entera”, agradecidos de antemano por vuestra acogida y pidiendo vuestra oración, os mandamos un fuerte abrazo, unidos en comunión.
Alberto Pérez y Mercedes Gómez-Ferrer
Responsables Internacionales