Adviento:

Un Tiempo para celebrar la Esperanza

Una constante en el mensaje del Papa Francisco es la referencia a la alegría y a la esperanza. Dos de los textos más inspirados de su Pontificado – la exhortación – Evangelii Gaudium (2013)  y la exhortación  Amoris Laetitia (2016) – incluyen la alegría en el título mismo. En lo concerniente a la esperanza el Papa Francisco  afirma en Evangelii Gaudium : « No permitamos que nos roben la esperanza »  (EG 86). En este sentido, el Papa Francisco se sitúa en continuidad con Benedicto XVI que dedicó a la esperanza una de sus más importantes Encíclicas, Spe salvi (2007),

Tanto para Benedicto XVI como para el Papa Francisco, la alegría y la esperanza están relacionadas de tal forma que se puede  pasar de la esperanza a la alegría y de la alegríai a la esperanza y el fundamento se encuentra en la relación con Dios, fuente de comunión para una vida plenamente integrada en la comunidad. Así, donde existe esta relación entre la vida en gracia y comunidad fraternal, es posible vivir verdaderamente la alegría y la esperanza. ¿Qué alegría más grande puede haber que aquella de estar con nuestros seres queridos? El sentido de la fiesta ¿no se encuentra pues en la en la celebración de la alegría de vivir en comunidad y encontrarnos con nuestros hermanos?  Es solamente así como podemos construir las bases de la confianza en el porvenir. Es a esto que nos referimos cuando pensamos en la esperanza, en el sentido de confianza que podemos depositar en alguien, y finalmente en Dios.
El Adviento es el tiempo litúrgico de la celebración de la alegría y la esperanza que brota de la confianza en la presencia del Señor: « allá donde dos o tres se encuentren reunidos en mi nombre, yo estaré en medio de ellos ». (Mt 18,20).
Podemos considerar dos características esenciales de la esperanza; la memoria del pasado y la memoria del futuro.
A propósito de la memoria del pasado el Adviento celebra las promesas de Dios ya cumplidas; el cántico de Simeón puede ser una de las más bellas expresiones: « Ahora, Señor, puedes dejar que  vuestro servidor se vaya en paz porque mis ojos han visto tu salvación.  » (Lc 2, 29-30). Como memoria del futuro, el Adviento proyecta la historia  que Dios todavía quiere realizar en cada uno de nosotros. Lo que caracteriza la esperanza cristiana es su relación con la confianza en la presencia  de Dios, celebrada en la fe y en los sacramentos, como un don que ya está presente, pero  ya no más en esta perfección que no encontraremos sino en la visión cara a carau con Dios.

¡Ser testimonios de la alegría de las parejas que creen en la gracia del sacramento del matrimonio, fuente de esperanza para la Iglesia y para el mundo, hace parte del carisma y de la misión de los Equipos de Nuestra Señora! ¡Sí, nosotros estamos invitados a vivir nuestro Adviento en el sentido de la alegría, de la esperanza y de la misión!

P. José Jacinto Ferreira de Farias, scj
Consiliario Espiritual del ERI