Carta de Enero 2019

Padre Ricardo Londoño Dominguez

Muy queridos equipistas:

La experiencia de poder compartir con tantos matrimonios y sacerdotes dentro del Movimiento, hace que mi gratitud a Dios y a la Iglesia se conviertan en una alabanza continua y un reconocimiento de la acción del Señor en los corazones y en los espíritus de sus hijos.

El camino de la santidad a la que estamos llamados, en medio de la vida cotidiana y del quehacer ordinario, nos lleva a mirar lo que el momento presente nos ofrece y, al permitir que la Palabra nos ilumine, podemos ofrecer algún fruto de nuestro discernimiento y de nuestro obrar como creyentes.

Para mí, poder participar en una reunión del ERI, se convierte en una ocasión providencial para reconocer las huellas de la misericordia de Dios a lo largo y ancho del mundo. Compartir unos días con los matrimonios que animan el Movimiento, que enlazan las diversas zonas, que coordinan equipos de reflexión, estudio y producción de textos, que acogen y ordenan el abundante material que se produce en el seno de los Equipos, en fin, estar fraternalmente atento de los trabajos de cada uno, me lleva a dar gracias a Dios continuamente por el don de ser parte del Movimiento. Esta pertenencia me hace más y más un ser-en-el-mundo.

Conocer las alegrías y las tristezas, las fatigas y los dolores, las realizaciones, los compromisos, las dificultades y los testimonios de tantas personas en tantos y tan variados lugares, solo puede llevarme a mantener vivo mi compromiso.

En este momento concreto de nuestra historia contemporánea, no podemos aislarnos a los dolores de tantos hermanos que sufren: por una parte, las víctimas de la violencia y la injusticia nacidas de la ambición de los hombres; por otra parte, las víctimas de los desórdenes de la naturaleza (inundaciones, huracanes, catástrofes, incendios…); además, las diversas situaciones de dificultad o conflicto en las que se encuentran las personas que anhelan una palabra de consuelo o un gesto de solidaridad. Por todo el planeta, nuestros semejantes anhelan misericordia y compasión.

Ser parte de los Equipos de Nuestra Señora debe conducirnos a comprometernos seriamente en las necesidades que pueden encontrar solidaridad de nuestra parte. Es preciso que cada uno de nosotros, como bautizado y como miembro del Movimiento, sienta el compromiso que la fe despierta e impulsa y que la exigencia del Señor nos pide.

No podemos quedarnos solamente con un camino espiritual que nos acerca a los más próximos, sino que es preciso que, de verdad, SALGAMOS sin temor a servir y a solidarizarnos con el variado sufrimiento que acompaña a nuestros hermanos en la tierra. Cada uno de nosotros ha de sentir lo que implica y significa ser discípulo de Jesús.

Por eso, pidamos al Señor que mantenga siempre despierta nuestra sensibilidad frente al dolor y nuestra solidaridad permanente y efectiva frente a los necesitados.

P. Ricardo Londoño Domínguez,
Conseiller Spirituel de l’ERI

 


 Lire le Courrier de l’ERI

Par Thérèse & Antoine LECLERC