Carta de marzo 2022

Pd. Ricardo Londoño Dominguez

Escribo esta página en medio del dolor, la tristeza y la incertidumbre por el conflicto ruso-ucraniano y con la invitación cuaresmal del Papa Francisco para que no nos cansemos de hacer el bien. No es fácil mantener la serenidad y la calma en el desasosiego de circunstancias tan complejas. No se trata de preguntarnos quien tiene más o menos razones para escalar un conflicto, sino, cómo es posible que, a estas alturas de la historia de la humanidad, todavía seamos tan insensibles y estúpidos.

Hemos estado durante los dos últimos años con el sufrimiento de una inesperada pandemia; hemos visto contagiarse a muchos conocidos con mayor o menor gravedad, hemos acompañado el duelo por los que han muerto y, sin embargo, no logramos aún gestar la paz.

La Cuaresma que nos convoca a interiorizar el llamado a la conversión, al cambio de mente, corazón y espíritu, puede ayudarnos a comprender nuestro papel como creyentes en Cristo e hijos de la Iglesia. Hemos de ser signos e instrumentos de la unidad y de la salvación humanas y conviene reconocernos en nuestra debilidad como presencia del Dios Misericordioso que convoca, llama y atrae a sus hijos hacia la fraternidad universal.

Somos, dentro de la Iglesia, miembros de los Equipos de Nuestra Señora y cada una de nuestras actividades como equipistas, cada elemento de nuestra pedagogía y de la misión que nos acompaña, ha de mostrar ese camino de espiritualidad, de unidad y de anhelo de santidad.

Nuestras reuniones ordinarias que nos congregan mes a mes como pequeña célula eclesial, han de ser verdaderas celebraciones de la vida de la Iglesia. Nos congregamos en el nombre del Señor Jesucristo; compartimos el alimento material y el alimento que nutre nuestro espíritu; oramos en común y manifestamos a los hermanos nuestras preocupaciones, nuestros logros, nuestros progresos y debilidades y permitimos que la Palabra ilumine el sendero que recorremos. Además, nos dejamos acompañar en el crecimiento de la fe y el conocimiento de la vida y la doctrina cristianas y ofrecemos a nuestros hermanos lo que la Gracia de Dios nos proporciona. Recibimos y damos, pedimos y compartimos, alabamos, bendecimos y agradecemos. Una verdadera celebración cristiana que une durante algunas horas a un grupo de creyentes que anhela responder al Señor en su llamamiento a ser santos.

La Cuaresma y la reunión de Equipo, realidades que traemos a nuestra reflexión de estos días, han de convertirse en contribución para caminar hacia la Pascua que pronto celebraremos. Hay dolor, hay sufrimiento, hay cruz. Pero, vamos avanzando hacia la luz de la Resurrección y nos llenamos de esperanza ante el amor de Dios manifestado en su Hijo Jesús, el Cristo.

Que tomemos más y más conciencia del significado de ser alegres seguidores de quien asumió la cruz y podamos experimentar en cada una de nuestras reuniones el profundo sentido de hacernos comunidades vivas de fe, esperanza y amor. Caminamos hacia la santidad en medio de las realidades palpables que nos rodean y lo hacemos con nuestros hermanos en la fe y en la pertenencia. Dios os bendiga.

Ricardo Londoño Domínguez,
consiliario espiritual

 


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Faye and Kevin Noonan
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