Carta de Octubre 2018

Padre Ricardo Londoño Dominguez

Muy queridos matrimonios y consiliarios equipistas:

Hace 50 años, el inolvidable y santo Pablo VI, publicó la Encíclica Humanae Vitae que, sin duda alguna, marca un hito en la historia de la Iglesia y, así se reconocerá en el futuro, en la historia de la humanidad. Es un texto que presenta la belleza del amor conyugal y el valor y la grandeza de la vida humana. Apareció en un momento en el que la tecnología y el materialismo fortalecieron la ruptura entre sexualidad y amor y entre sexualidad y vida.

Fue su última encíclica aunque todavía le quedaban un poco más de diez años de pontificado. Generó grandes controversias en el mundo y rebeldías al interior de la Iglesia. Su mensaje no fue comprendido y los medios de comunicación lo redujeron a la prohibición del control artificial de la natalidad. La intencionalidad era poder apreciar la vida, el amor, el matrimonio, los hijos como dones del Padre que invitan al hombre a reflejar la imagen de Dios y llegar a hacerse semejante a Él.

Advertía Pablo VI de las nefastas consecuencias para la humanidad si se acogía el camino fácil de la mirada parcial a estas realidades. Sirvió, igualmente, la encíclica para comprender muchos vacíos eclesiales en los campos de la antropología, la sexualidad, el matrimonio. Y, lógicamente, se amplió la brecha entre moral cristiana y sociedad.

Leamos algunos párrafos del texto profético :

“El problema de la natalidad, como cualquier otro referente a la vida humana, hay que considerarlo, por encima de las perspectivas parciales de orden biológico o psicológico, demográfico o sociológico, a la luz de una visión integral del hombre y de su vocación, no sólo natural y terrena sino también sobrenatural y eterna.” (7) 

La verdadera naturaleza y nobleza del amor conyugal se revelan cuando éste es considerado en su fuente suprema, Dios, que es Amor…El matrimonio no es, por tanto, efecto de la casualidad o producto de la evolución de fuerzas naturales inconscientes; es una sabia institución del Creador para realizar en la humanidad su designio de amor. (8)

No se necesita mucha experiencia para conocer la debilidad humana y para comprender que los hombres, especialmente los jóvenes, tan vulnerables en este punto tienen necesidad de aliento para ser fieles a la ley moral y no se les debe ofrecer cualquier medio fácil para burlar su observancia…Reflexiónese también sobre el arma peligrosa que de este modo se llegaría a poner en las manos de autoridades públicas despreocupadas de las exigencias morales… (17)

… Y con nuestro predecesor, Juan XXIII, seguimos diciendo: «Estas dificultades no se superan con el recurso a métodos y medios que son indignos del hombre…» (23)

Quiero, en esta comunicación a mis hermanos equipistas, rendir homenaje a quien sufrió tanto por su irrestricta defensa a la vida humana y su entorno, e invitarlos a profundizar en la profecía que en el texto se encuentra. En pocos días, viviremos en la Iglesia la anhelada canonización del querido Pablo VI. Quiero tener un cordial recuerdo de un Pontífice que amó profundamente a la Iglesia y a la humanidad, que sufrió inmensamente por este motivo y quiso ser siempre un fiel discípulo del Señor Jesús.

En sus confidencias y diálogos con amigos cercanos (existen bellos testimonios en la obra de Jean Guitton), en su oración y en sus mensajes, mostró siempre la serenidad y la humildad de quien conocía su responsabilidad y su anhelo de fidelidad y corrió el riesgo de su desprestigio. No ocultó su sufrimiento.

Para nosotros, miembros de los Equipos de Nuestra Señora, Pablo VI ha de ser siempre alguien para tener en cuenta. Que él, interceda por nosotros.

Mi abrazo fraterno,

P. Ricardo Londoño Domínguez,
Consiliario ERI

 


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Par Paul & Helena McCloskey