Nos encontramos en un bello tiempo litúrgico: el Adviento.
Tiempo que nos convoca y nos invita a prepararnos para vivir y celebrar el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios y su nacimiento entre nosotros.
En el Adviento, los creyentes en Jesús, el Cristo, reconocemos la triple dimensión del tiempo: Pasado histórico que recordamos y celebramos; presente comprometido en el que hacemos visible a Jesús que nace permanentemente; futuro escatológico que aguarda la venida definitiva del Señor.
Al recordar, hacemos memoria de las maravillas obradas por Dios a favor nuestro en el transcurso de la historia de salvación; al vivir en estos días nuestro compromiso creyente, damos testimonio de la presencia del Señor Jesús entre nosotros con el trabajo por la justicia y la paz; y, al preparar el futuro, somos interpelados para vivir vigilantes en medio del transcurrir del tiempo hacia la realización plena.
Es un tiempo privilegiado para revisar nuestra vida, acoger a Jesucristo que nos transforma y proyectarnos hacia la plenitud del encuentro definitivo.
En el Adviento, tenemos frente a nosotros grandes personajes bíblicos: el profeta Isaías quien, con su poesía, sus hermosas imágenes y sus anuncios nos invita a la preparación; Juan, el Bautista, que pregona la inminente presencia; y, María, la madre llena de gracia, que espera anhelante y dará a luz al niño Salvador.
Ruego a Dios que la hermosa liturgia de este tiempo (con sus oraciones, las lecturas bíblicas, los prefacios de la celebración eucarística) nos permita acercarnos santamente a la Navidad que pronto celebraremos.
P. Ricardo Londoño Domínguez,
Consejero Espiritual de l’ERI