Si bien es verdad que por el Bautismo todos los creyentes experimentamos la llamada a seguir al Señor Jesús y recibimos la misión de ser portadores de su Palabra y ser presencia suya en medio del mundo, por el sacramento del Matrimonio los cónyuges son, además, convocados a vivir el amor a la manera de Dios y son enviados para hacerse testigos de la unidad profunda entre Cristo y la Iglesia y entre Dios y el universo. Por eso, hablar de matrimonio cristiano es hablar de una vocación y una misión propias de los cónyuges unidos en Cristo.
Para las parejas pertenecientes a los Equipos de Nuestra Señora, podremos decir que estas realidades se multiplican en un doble compromiso: el sacramento del matrimonio y la vida en el Movimiento.
Quienes han optado dentro de su vida matrimonial cristiana por adherirse a los ENS, se comprometen más fuertemente a una vida de testimonio y apostolado. Además de la formación de la propia familia y su dedicación al crecimiento integral de sus hijos, los matrimonios equipistas están llamados a participar de la misión de la Iglesia principalmente en aquellas realidades que conciernen a la vida matrimonial y familiar. Cada pareja ha de buscar y encontrar el ambiente concreto en el cual desarrollar su tarea apostólica en la parroquia o en la diócesis. Descubrir esas áreas pastorales en las cuales hacerse presente como bautizados, casados, equipistas.
A lo largo de este año, que el Papa Francisco ha querido dedicar a Amoris Laetitia, es muy importante no perder de vista lo que él nos presenta de esas situaciones humanas en las que las parejas se sienten frágiles, enfermas, heridas. Es allí, en esos ambientes complejos, difíciles y, con frecuencia, muy dolorosos, donde se puede manifestar con mayor visibilidad este compromiso. Hay jóvenes enamorados que necesitan conocer la belleza y la grandeza de la vida sacramental, jóvenes parejas que se preparan para su matrimonio, casados que buscan acompañamiento, parejas en crisis de diversa índole, separados, divorciados, parejas en una nueva unión no sacramental, personas con dificultades en su identidad sexual, etc. Escenerios que anhelan una presencia compasiva y misericordiosa.
Nosotros tenemos el valioso documento Vocación y Misión al alba del tercer milenio, emanado del ERI en julio de 2018, que nos anima y nos empuja a una vivencia auténtica, real y coherente de lo que es y significa participar en una Vocación y una Misión concretas.
Igualmente, Clarita y Edgardo, matrimonio responsable del ERI y del Movimiento, cuando nos plantearon el camino a seguir durante este sexenio, nos hicieron a todos los equipistas el llamado a un sereno y serio compromiso de salida hacia las circunstancias de nuestro mundo contemporáneo donde debemos hacernos presentes con la fuerza del Espíritu y la experiencia de ser partícipes de la gracia de Dios en la vida matrimonial.
Nunca sobra insistir en la necesaria relectura continua de esos documentos que nos ofrecen claros derroteros para el ejercicio de la vocación y la misión a la que estamos llamados.
Ricardo Londoño Domínguez,
consiliario espiritual